… y Acepto gustosamente la invitación a la boda de su hija a la vez que le hago participe de mi más sincera enhorabuena…Con estas palabras daba fin D. Sergio a la carta causante de tanta desgracia. ¿Quién le iba a contar mientras escribía estas formales e inofensivas letras, que en breve se vería envuelto en una historia de pesadilla.Ahora que ha pasado todo, tiene bien claro que es el país el que no funciona y no la carta en si, pues en el fondo solo es un pedazo de papel inofensivo si se utiliza bien. … Aunque increíblemente cruel si se juntan las condiciones apropiadas.La suma de casualidades llevó a la ruina a D. Sergio, si no hubiese estado abierta la ventana, si la criada no hubiese salido a comprar yogures, sí no se le hubiera caído un lápiz al suelo unos minutos antes…D. Sergio recogió el papel recién escrito, buscó alguna falta de ortografía. Abrió el cajón de su escritorio en busca de un sobre. Cuando lo encontró, pegó un lengüetazo a la parte gomosa del mismo, introdujo la carta, escribió la dirección, pegó el sello y justo fue en ese momento cuando el portazo seco, fruto de un golpe de aire hizo dar un respingo a D. Sergio haciendo que el sobre cayera al suelo.Tranquilo, confiado y sonriente se agachó para recogerlo, sin fijarse en el estúpido lápiz. Resbaló con él cuando levantaba el sobre y con el resbalón cayó en el interior de la carta.Intentó salir en seguida pero la goma había hecho contacto y el sobre se hallaba cerrado. En esos primeros momentos de angustia intentó razonar fríamente, era inútil gritar mientras la criada estuviese fuera. Reservaría sus pulmones hasta que oyese el abrir de la puerta. Al poco cayó en la cuenta de dos puntos importantes: 1º había dado ordena a la señora Juana de que llevase la carta que estaría en su despacho a correos. 2º La señora Juana está más sorda que una tapia. Desesperado noto como llegaba, olió el humo de esos asquerosos puros que fumaba y como se quejaba de lo desordenado que era el señorito que dejaba las cartas en el suelo, para que luego ella tuviera que agacharse a cogerla, con lo que le dolían los huesos -y es que una ya no está para estas cosas- ajena totalmente a la chillidos que desde el interior del sobre clamaba D. Sergio.El viaje hasta el buzón fue corto pero el parkinson que padecía la señora Juana logró que el infortunado pasajero se marease hasta el extremo más cercano al vomito.Una leve caída amortiguada por otras cartas y la nueva calma le trajo la reflexión. D. Sergio no tenía idea de a que hora venían a recoger el correo. Calculó que debía llevar una hora cuando llegó la criada, recogió el sobre y lo llevó hasta el buzón. Ese proceso no duró mucho más de veinte minutos. Él terminó de escribir hacia las cinco de la tarde y en diez minutos se había desencadenado la tragedia. Ahora deberían ser por lo tanto entre las seis y media y las siete menos cuarto. Si hay dos recogidas al día, y la segunda no se había hecho dado la cantidad de cartas que notaba bajo la suya. La segunda debe estar a punto de pasar –pensó- lo más tardar en una hora.En estas cavilaciones estaba cuando se le ocurrió la brillante idea de coger una “X” y utilizarla como tijeras para poder abrir el sobre.Al principio creyó que no había ninguna pero después una enorme “X” mayúscula apareció majestuosa al principio de la frase “…Xampanyeria Vicentet, que conozco y aconsejo…” Le costó trabajo arrancarla pero al final lo consiguió. Era una “X” muy pesada y con la letra bastante retorcida pero él estaba decidido a probar. Tras muchos intentos se dio cuenta que no podía, más cuando la letra se convirtió en una “V” y dos “/” “”. Con todo, la maniobra de la X había durado tres horas largas, estaba agotado y nadie había aparecido a recoger las cartas del buzón. Como un flash vino le a la memoria la portada de un periódico del día: “hoy lunes y mañana huelga de correos”.No se debía dejar llevar por el pánico. Intentó hacerse a la nueva situación… Debo descansar, debo descansar se repetía. Hacia las cuatro de la madrugada logró conciliar un ligero sueño. Encajado en una “U” y arropado con una “R” pudo dormir. Al despertarse, tras un instante perdido, recuperó el sentido de su situación:Llevaba más de doce horas en el interior del sobre y las primeras molestias del hambre hicieron su aparición. Probó comerse una “B”, al principio le daba asco per al tercer bocado se dio cuenta de que estaba bastante apetitosa. Después se lió con una “P” y luego una “F” antes de que se diera cuenta la carta de aceptación a la boda de la hija de su amigo, estaba realmente muy mermada. Tras tomar de postre acentos, comas y un punto pensó. – tengo que racionarme, la carta no es muy larga y no se cuanto tiempo voy a tener que estar aquí. Cuando empezó la digestión su cabeza notó los resultados. La Tinta de pluma tiene un alto contenido en alcaloides que le produjeron una increíble alucinación. Miles de letras se abalanzaban hacia él que enroscado en la hija de su amigo cabalgaba hacía un altar. Un ejercito de “F” disparaban pequeñitas “i” contra su cuerpo como si fueran flechas que se empecinaban en clavarse en su cuello. Las “W” cabalgaban detrás suyo armadas con J gigantes que querían golpearle la cabeza. Todo esto se dio cuenta de que era observado por un grupo indeterminado de “A” que tomaban el “t”. Despertó al cabo de unas horas en el hospital, fue un anónimo ciudadano que al pasar por al lado del buzón oyó al hombre en su delirio. Hoy en día aún tiene que ir de vez en cuando a terapia. Los especialistas temen que se vuelva crítico literario